lunes, 8 de junio de 2009

Ciudadana del Mundo

Si hace algunos años me preguntaban que lugares quería conocer en el mundo mi respuesta era la siguiente:
-Venecia (no se exactamente porque pero creo que tenia una idea romántica de las góndolas)
-Trujillo de Extremadura, porque quería saber de donde carijo salieron Pizarro y algunos de los otros “conquistadores” de mi país, además de ver que influencias de ese Trujillo se habían dejado en nuestra patria.
-Egipto, porque me apasionaba la historia de los faraones, de las pirámides y de cómo las hicieron
-México, por su historia, y porque crecí viendo a Chespirito y a Cantinflas y ni que decir de las rancheras que mi mama solía escuchar. (Aunque a decir verdad con mi madre iba de las rancheras a los valses peruanos, luego a los boleros y finalmente a la música de la Sonora Matancera… )
-Algún país Africano, por los Safaris y los animales
…..y eso era todo, no aspiraba a conocer ninguna otra ciudad o país, ni me llamaba la atención ninguna ciudad Europea ni norteamericana y no se decir porque…

Hasta los 25 años había viajado mucho dentro de mi querido Perú, costa, sierra y selva, pueblos y ciudades, caminatas eternas y campamentos, pero no había tomado ningún vuelo para salir del Perú; conocía los países limítrofes, pero solo hasta las ciudades fronterizas. Mi deseo de viajar fuera del Perú para conocer otras ciudades seguía intacto pero aun no se había dado la oportunidad: primero por falta dinero… y cuando tuve dinero por falta de tiempo.

Por cosas de la vida, yo, que me declaraba mil veces enamorada del Perú y que no había pensando en cambiar mi país por ningún otro, llegue a vivir a Holanda (una historia que contare en otra ocasión) y como a mi esposo holandés y a mi nos une la pasión por viajar (y la misma profesión) empezamos a recorrer de la mano otros países. A medida que viajaba mis horizontes se ampliaban (al igual que al conocer los pueblos peruanos), aprendía, respetaba, admiraba, me sentía mas humilde, me admiraba de pertenecer a este mundo y empezaba a considerar que no solo Machu Picchu era una maravilla sino que el mundo estaba lleno de maravillas pequeñas y grandes, y que en cada país y cultura habían cosas por descubrir. Viajar me enseño, y me sigue enseñando, me dio tolerancia y siento que me da sabiduría.
Quizás suene utópico pero a veces siento que a mi me gustaría ser Ciudadana del Mundo: un mundo sin visas, sin prohibiciones, sin fronteras (a pesar de que entiendo la necesidad de ellos) pero si mundo con amabilidad, con admiración, con respeto. Me pregunto además si con esto se conseguiría igualdad en el mundo?



Ahora mismo viajo con pasaporte holandés, a pesar de haber nacido en Perú… y porque? Porque para viajar y ser turista, lamentablemente solo el pasaporte Holandés me abre todas las puertas sin ningún tipo de restricciones. Injusto? Si. Me indigna? Si. Lo entiendo? A veces. Quizás algún día nuestros gobernantes nos dirijan a un mundo con mas justicia, donde la utopia de ser Ciudadano del Mundo se pudiera hacer realidad.

Mi lista original de ciudades que visitar aun no ha sido cumplida, aunque falta muy poco… y en cambio nuestra lista se ha ido ampliando y aun nos falta mucho, muchísimo, por conocer aunque con dos niños pequeños en casa se hace ahora un poco más difícil. También debo confesar que algunas veces he sentido sana envidia por aquellas personas que dejan lo material de lado y dedican uno o mas años de su vida a viajar, guardo recortes de historias de este tipo y sueño con ellas, con la pregunta de si algún día tendré los cojones para dejar todo por dos años y dedicarme a vivir mi sueño.

Hace casi dos semanas mi esposo me tenía preparada una sorpresa, ya me había dicho que viajaríamos, pero no me había dicho adonde. Llego el día esperado, cogí la maleta y salimos rumbo al aeropuerto, sin que hasta ese momento yo supiera el destino. En el auto me dio un regalo, lo abrí y era un “Lonely Planet” (guía turística) de Nueva York. Nunca tuve el “sueño americano” pero la idea de conocer la ciudad donde conviven tantas nacionalidades y culturas me emociono. Nueva York es ciudad fascinante por donde se le mire pero más allá de todos los atractivos turísticos lo que más me impresiono fue su historia.

Me sumergí con interés en los paneles de información de Ellis Island, camine en esa gran sala (ahora museo) donde llegaban todos los inmigrantes de distintas partes del mundo, allá por los años 1890, y cada paso me traía una sensación rara e intensa… las fotos, la información… no podía evitar conmoverme al pensar en esos 12 millones de seres humanos, de distintas partes del mundo, todos con la misma meta: construir un futuro, una nueva vida, empezar de nuevo, formar una nación.

El corazón se me encogía al pensar en el trayecto de cada una de esas personas, cada una siguiendo su propio sueño.
Leía sobre el tiempo de espera en los botes para pasar inmigraciones, a veces días y días sin comer y sin agua; leía sobre las inspecciones médicas y pensaba en los sueños desechos; veía las fotos y sus sonrisas y pensaba en la esperanza y en el poder humano de siempre empezar de nuevo...
...Y entonces allí, en el Ellis Island de Nueva York, volví a soñar, a soñar en la utopía de ser Ciudadana del Mundo.